Dejar de correr fue difícil. Me había
enganchado a la adictiva sensación de retarme y cruzar la meta exhausta. Ya
había pasado por una situación parecida, así que, como en aquella ocasión,
busqué otro reto. Y entonces empecé a entrenar con la tabla, empecé a surfear.
Me gusta que cuando se cierren puertas sea capaz de abrir ventanas y lanzarme.
Y me lancé, me lancé al agua para que fuera mi salvavidas…
Y hoy, he cruzado la línea de meta. He surfeado en el muellito, he
dejado más lejos la seguridad de la arena, he remado hasta sudar dentro
del agua, he convertido el cansancio en fuerza, en éxtasis cada vez que
descendía. Porque hoy no me he deslizado hasta llegar a la orilla, hoy he
bajado las olas, para volver a subirlas ligeramente, girar y volver a bajar.
Dejar que me impulsen desde dentro. No estaba en su cresta, estaba en su
corazón. Justamente en el corazón de la ola, circulando por ella. Cuando veo
las olas, siempre pienso en acariciarlas, confiar. Hoy he podido cumplir ese
deseo. Hoy he girado de canto hasta acariciarla el agua mientras me deslizaba
lateralmente. Y dios… creo que jamás podré olvidar esa caricia. Que pasará a
formar parte de esas caricias que guardo dentro de mi despistada memoria, para
recordar que puedo sentirme viva. Entre esos cuerpos especiales que un día me
hicieron temblar, se ha colado esta ola que hoy me ha hecho volar. Que me ha
salvado.
Y creer, creer con fuerza en mí, y en el sentido de la vida. Soy adicta a los
retos. Y empiezo a disfrutar de mi capacidad que tiene mi cerebro para aceptar
la decisión de dejar algo que me gusta mucho, que me enloquece, pero que
implica efectos secundarios; y su forma de premiar al corazón, a la parte
emocional, con un chute de locura sana. Quedan muchas más metas que cruzar
surfeando.
Ser constructora de alternativas es ser
totalmente libre. No hay muros que puedan frenar mi capacidad de andar. Y
aunque duelan las caídas, merecen la pena por la sensación de levantarnos.
Aunque cueste remar y se nos acalambren los brazos, merece la pena por la
sensación de deslizarnos en una ola.